Thursday, October 07, 2010

¿Contra todo pronóstico?

Este año, para el Nobel, sonaban los poetas. Nombres lejanos, desconocidos, pero también las listas auguraban que el ganador podría haber sido Cormac McCarthy, autor de No hay país para viejos, La carretera, y por cierto, otro extraño lobo estepario que vive totalmente alejado del ruido. La carretera es sobrecogedora, una novela hermosa en donde un mundo agonizante es el escenario por donde caminan un padre y un hijo, y los otros, esos que comen carne y que aterrorizan a la pareja.
Murakami se ubicó segundo en las apuestas, pero de un momento a otro perdió terreno frente a un Vargas Llosa que ocupaba el puesto 18, pero que desde hace años ha sido   candidato.
Cuando gana alguien que no conocemos, o compramos sus libros para saber quién es y tenemos gratas sorpresas como Coetzee, Muller, Jelinek o de repente hay otros que a pesar de ganar nunca llegan a interesarnos.
Al menos a Vargas Llosa lo tenemos publicado en nuestra propia lengua, lo leímos desde el colegio, con suerte, y lo seguimos leyendo después. Es un referente, una lectura obligada y arbitraria también. A lo largo de estos años cómo no recordar sus ensayos, sus obsesiones, sus peleas, y sobre todo, sus novelas.
A propósito de su última novela El sueño del celta que recién saldrá a la venta el 3 de noviembre, le hicieron una entrevista en El país, en ella habló del nacionalismo como la peor construcción del hombre, pero también de la obra que ha sido comparada por muchos con La fiesta del chivo, solamente que trasladada al contexto africano.
Entre otras notas hay algo que me llama profundamente la atención y es la apertura que tiene Vargas Llosa que ya ronda los 80 años a la tecnología. A continuación me remito al texto:

Literatura electrónica pasajera


"El sueño del celta es la primera novela de Mario Vargas Llosa de la nueva era... del libro electrónico.
¿Se ha atrevido el autor de Conversación en la catedral con el formato digital? "No lo he hecho. Lo he visto, sí, lo he sopesado, pero todavía no me animo, no. La lectura todavía sigue siendo mi gran placer, claro, aunque en soporte tradicional. No hay que rechazarlo de entrada. Los defensores del libro electrónico aseguran que solo es un soporte. Así como el papel es un soporte. Sin embargo, cuando yo veo lo que ha pasado con la televisión, veo que no es así, que la pantalla ejerce una influencia sobre la creación. Tiende a introducir una facilidad, a destacar por encima de todo el entretenimiento rápido, que es lo que ha pasado con la tele. Hay cosas fabulosas en ese medio, pero predomina la cosa leve, ligera, pasajera. Mucho me temo que la literatura en pantalla se convierta en eso".

¿Y qué lee Vargas Llosa?
"Leo por trabajo o por placer, y cuando leo por placer releo autores clásicos. Me da un poco de vértigo el torbellino de las novedades. Es absolutamente imposible estar al día de todos los autores jóvenes. Con todo, nada me produce tanto placer como encontrar el libro adecuado. ¿Mis últimos descubrimientos? Me fascinó El olvido que seremos, de Héctor Abad Faciolince. Muy certero. Qué bonito libro. ¡Qué fina manera de rendir un homenaje a su padre y al mismo tiempo trazar un relato de toda una época! Y recientemente descubrí a Irene Némirovsky. Es una maravilla, te impresiona cómo viviendo unas circunstancias absolutamente terribles, una judía francesa en la II Guerra Mundial, pudo escribir Suite francesa, un libro tan controlado. Tan frío, mostrado con serenidad".

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