Sunday, December 09, 2012

Tres relatos curatoriales


Voy a empezar este texto urgida por el comentario de Lisandro Mora, pero también para que este cadáver se active y se convierta en otra cosa. Es decir; el cadáver empieza a mutar.

¿Viajar para ver lo que no se puede ver?


Son muchas las voces eufóricas que celebran la "maravilla de las redes sociales", pero todo indica que lo que pasa en twitter, facebook, blogs etc... tiene otras dimensiones de la experiencia; hay una mediación obligatoria en esos canales. Al final, para el tema del arte, que me contesten estos fans de la tecnología y el progreso si es lo mismo ver arte en vivo, que verlo a través de algunas fotos o de un video. Mi conclusión es que no lo es y en Ecuador todavía no podemos ver lo que quisiéramos y todo lo que sí podemos ver se queda en el cerco de la localidad. 
 
En este apartado debería hablar de Hopper y de Gauguin, pero no lo haré ahora para no desordenarme más.



1. El Museo Thyssen Bornemiza lleva una muestra de Gauguin a Madrid que es inaugurada por los alicaídos reyes españoles. De todas maneras, así de capa caída, ellos abren la muestra con un cóctel en el día al que no puede entrar nadie. Nadie del pueblo. Y el pueblo mira a través de unas rejas a los reyes tomándose fotos en los exteriores del Museo. La página web del museo dice que la Fundación Colección Thyssen fue creada en 1988 y es: "pionera de una nueva fórmula de gestión privada de fondos públicos". Debe serlo, no lo dudo, porque sigue existiendo y cobrando casi 16,50 euros por visitarlo. Ustedes podrán decirme que gracias a que esta institución abrió sus puertas, precisamente se puede ver muchas colecciones de otros museos en Madrid, y es cierto, es parcialmente cierto, pero este tema me lleva al de las curadurías.
Y hay que decirlo, El viaje a lo exótico de Gauguin, altamente publicitado y muestra sujeta a la mira de las páginas culturales de diarios españoles, deja mucho que desear sobre todo y empecemos con el nombre. Un nombre evidente y manido cuando se ha hablado de este pintor y luego lo que vemos. Por supuesto, vemos a Gauguin, y todas las alusiones a los paraísos encontrados y perdidos en su obra. Hay una moda curatorial también que parece sostener que hay que colocar otros cuadros de artistas que hicieron algo parecido a Gauguin, contemporáneos de él en tiempo y en estilo o en temáticas, dentro de la muestra. Lo que hubiera podido ser un acierto,  no necesariamente funciona.

Creo que lo que me molestó de la muestra es la asociación con lo exótico que es una mirada bastante romántica de este pintor y que se hubiera dejado de lado el problema técnico de este artista que fue rechazado en salones, y que además, en otro ámbito, trajo a colación un diálogo sobre la diversidad sexual, por ejemplo.

A pesar de todo vi a Gauguin; ahí estaban sus paisajes profundos, las selvas, la tristeza de lo que ya no sería más.

2. La compañía lo es todo cuando se la desea. Tres amigos nos reunimos para ver esta vez lo que considero un acierto curatorial, y por supuesto, un tema apasionante. El tema de la vanguardia, del surrealismo y el tratamiento o crítica a la psiquiatría y todos sus derivados que pretende dar bienestar o curar o aliviar. Todo esto a través de un personaje: Artaud. 
Espectros de Artaud: Lenguaje y arte de los años cincuenta era la exhibición que ofrecía el museo Reina Sofía de Madrid.
Esta exploración del lenguaje de este artista que pretendió trascender sus límites y la influencia de su trabajo en otros artistas fue la cereza del pastel, y eso que de los tres artistas que hablaré no tengo duda en que mi favorito sea Hopper.

Trescientas obras y más de artistas de tres latitudes EEUU, Francia y Brasil recontextualizan la herencia de Artaud y plantean modelos alternativos de modernidad. Espectros de Artaud, que así se llama la muestra.  ¨... rastrea la influencia de Antonin Artaud en las diversas ramificaciones del movimiento letrista, fundado por Isidore Isou y Gabriel Pomerand en 1946. A su vez, la muestra da cuenta de cómo reinterpretaron su legado destacadas figuras de la vanguardia estadounidense de posguerra (John Cage, David Tudor, Robert Rauschenberg, Franz Kline...), examinando el rol decisivo que en este proceso jugó el Black Mountain College (donde en 1952 la escritora Mary Caroline Richards leyó un fragmento de su traducción todavía inconclusa de Le théâtre et son double que inspiraría la obra Theatre Piece #1 de Cage), y analiza el influjo que ejerció Artaud tanto en la poesía concreta brasileña como en el trabajo de dos artistas de este país, Lygia Clark y Hélio Oiticica, que exploraron las potencialidades de la recepción corporeizada de la obra de arte. Además, mediante una amplia selección de materiales documentales y audiovisuales, la exposición también muestra cómo su libro Van Gogh le suicidé de la société se convirtió en un referente fundamental para el movimiento anti-psiquiátrico". Nada más que decir, porque este texto parte de la presentación de la muestra de verdad se tradujo en lo que vi o lo que vi se tradujo en este texto.

3. Hopper en el Grand Palais y dos horas de lluvia para lograr ver casi toda su obra. Un esfuerzo brutal para reunir lo que está desmembrado. Siempre he pensado que la obra de un artista debe precisamente desmembrarse, redescubrirse y hasta ocultarse un poco. Así que no esperaba ver tantos cuadros de Hopper y un trabajo cuidadoso en el que descubrí dos fotógrafos maravillosos, uno norteamericano y otro francés, y en donde a decir de Mendoza lo mejor no fue Hopper sino un cuadro de vendedores de algodón o telas de Degas.