Tuesday, October 12, 2010

Hacia el sur

Un viaje al Sur basta para mirar una ciudad que se va transformando cada día. Los soportales, como decía en otro muro, la humedad del barrio del Astillero por su cercanía con el rio, le da a Guayaquil ese aroma que poco a poco ha mutado hacia una transformación que no se gestó en el tiempo sino que fue un impulso de una visión absolutamente personal sobre lo que debían ser los espacios recreativos de la ciudad.
No voy a entrar en la discusión si los nuevos malecones y parques deberían haberse hecho. Esa ya es una discusión inútil, que la verdad poco me interesa en estos días. Por ahora resumo en recrearme ante la visión de unas calles espaciosas con edificios bajos que miran al rio, en donde todavía huele a una vieja ciudad fluvial, a un puerto. Esto lo digo porque a veces me olvido de que Guayaquil es puerto y precisamente vengo a recordarlo cuando transito por la calle Chile, cuando camino por el Barrio del Centenario y avanzo, por ejemplo por la Domingo Comín hasta El Universo. En algunas calles ya están construyendo monigotes, pequeños y grandes. Todavía descoloridos esos mamotretos sin color yacen sobe las veredas apilados, sin vida.
Ya no sé si es idea mía o en el sur hay otro ritmo, con otros tiempos. Es otra ciudad que me gusta, que me recuerda por ejemplo la fábrica abandonado en donde una vez hice un corto con unos compañeros de universidad, mejor dicho, en donde jugamos a hacer un corto con unos compañeros de universidad. Ayer pasé por ahí, las puertas metálicas seguían cerradas. Ese edificio siempre pareció estar abandonado. Está exactamente igual como hace 10 años, al menos por fuera.
Tal vez vivir en el sur no sea una mala idea. Tal vez mirar desde esa latitud me devuelva algunas respuestas sobre la vida que se vive en el norte, por ejemplo.
Así que vale la pena deambular, y aunque parezca que el tiempo se está perdiendo se trata de darle la vuelta a una historia:  una historia real o de ficción que lucha por hacerse paso en este mundo gris.
Y mientras eso pasa el sur de Guayaquil se va pareciendo a la Habana Vieja, en donde no pasa el tiempo. Si viro en una esquina es posible que llegue a otro Malecón, un malecón del Caribe, muy similar al que existió alguna vez aquí.

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