Saturday, May 08, 2010

Librerías, libreros, bibliotecas




Hay un auge de librerías en Guayaquil y doy gracias a que esto ocurre, pero detras de este hecho hay interrogantes curiosísimas.

Lo primero es que si hay una librería más en la ciudad eso quiere decir, antes que nada, que el negocio de los libros debe ser rentable, y más allá de eso, esto indica que la gente lee cada vez más.

Cuando me preguntan sobre los índices de lectura, pues no tengo más que confesar que hoy se lee más que antes, aunque los edecanes de lo apocalíptico vayan por ahí diciendo que la gente cada vez lee menos.

Sí, se lee más. Todavía no entro a la cuestión fundamental de qué es lo que se lee. Y preguntarse sobre qué se lee es importantísimo sobre todo porque canónicamente se consideró digno de leer solo aquello que era Literatura.

Desde mi optica esta idea es tan limitante porque la escritura y la lectura tienen muchas vías y no un único camino y esto lo digo a pesar de que mi ideal de lectura es la lectura literaria, o sea esa que tiene que ver con la ficción.

Si a esto sumamos la afición naciente en Ecuador por la lectura de las pantallas tendríamos un panorama bastante alentador.

Las librerías están regentadas por libreros, esos sí una especie en extinción, tan extinta como las bibliotecas.

En Guayaquil no hay mejor librero que Marco González eso lo sabemos quienes casi a diario tenemos que internarnos en una librería a buscar nuestros materiales no solo de entretemiento sino de trabajo. No encontrarlo es un dolor de cabeza y sé de personas que deciden regresar si no lo encuentran. Aunque los que se quedan saben que Allyson y Alex ayudan muchisimo.
Escritores, periodistas, miembros de clubes de lectura, estudiantes. Todos pasan preguntando por el pequeñin pequeño o Mr Books, que en realidad es un grande de los libros. O sea que hay una compensación entre su tamaño y todas las novedades que vemos expuestas en Mr Books gracias a él.

Entonces, si en Guayaquil hay un solo librero como Marco y tal vez dos aprendices de libreros con cierto talento si se lo toman en serio, ¿qué le depara a las librerías de la ciudad? Indiscutiblemente, en un futuro espero que lejano, las bellísimas librerías que hoy hay aquí terminarán siendo supermercados de papel.

Pero más crítica que la situación del librero es la de la biblioteca como ente coordinador de la riqueza cultural. Ese espacio que nos debería aglutinar, divertir, enseñar, regocijar. Ese espacio ni siquiera existe porque no puedo concebir que aún la biblioteca Municipal esté rezagada con un sistema de préstamos obsoleto, por no decir inexistente. Cada vez que paso por ella veo esa gran bóveda mortuoria de los libros. Cada uno en su anaquel en un espacio inamovible y centenario. Hasta puedo oler el polvo.

Ni siquiera podriamos pensar en una iniciativa gubernamental como la del SINAB, que como siempre he dicho, cree que ha hecho Centros Culturales que más parecen bodegas lúgubres, en la mayoría de los casos, en donde los empleados hacen vaca para comprar detergente para limpiar.

¿Desde hace cuántos años existe el SINAB y para qué ha servido? No hay derecho como dice una amiga, no hay derecho para padecer el abandono y la desidia de las ideas obsoletas que rondan a las bibliotecas que aparentemente existen.

Y el problema se replica en las instituciones educativas que no invierten dinero en su biblioteca. A cambio hay algunas de ellas que creen que los alumnos deben donar libros para hacer un fondoeditorial. Definitivamente pensar que así se conforma una biblioteca es ingenuo. La biblioteca debe ser un proyecto institucional que alberga otros, el de lectura, el de capacitaciones, el de actividades culturales. Donar sí, pero no donar sin una clara dirección o concepción de qué lugar es el que queremos edificar.

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