Thursday, May 27, 2010

EDOC


¿Cómo se mide un festival de documentales? ¿Por la audiencia? ¿Por la calidad de las muestras?¿Por la organización? ¿Por todo?

Cada edición de los Edoc siempre deja sabores disímiles (en este caso estamos ante la novena muestra) y esto no necesariamente es malo, pero por supuesto, sugiere otras interrogantes.

El Festival se llama "del otro cine", y esta etiqueta ya no implica la idea con la que fue creado. Es lógico que sea así, el paso del tiempo va modificando las metáforas iniciales y en muchos casos éstas se vuelven obsoletas, trilladas o se resignifican. No creo que este último caso sea el del Edoc. Mientras buscaba el logo encontré un blog con la foto y en la parte superior decía "Consuma protesta". Curioso, pensé. Curioso lo que la protesta convoca y en lo que se ha convertido, sobre todo cuando está relacionada con el arte. Vieja polémica, tan vieja que da pereza dedicarle más líneas.

Particularmente no asisto a la primera proyección de los Edoc después de ocho experiencias previas en donde se arma un coge coge del diablo en donde un momento que se supone relajante se tensifica para lograr un asiento dentro de la sala. Todos los años hay quejas, pero los señor@s de Cinememoria tienen su manera de hacer las cosas en donde yo supongo que este tipo de queja no es más importante que otras. Pero lo que sí es importante es que yo no tropiece con la misma piedra o al menos haga el intento.

Son 100 documentales. 100. Cien es un número importante, indica abundancia, también una gran producción documental, pero ver 100 documentales es simplemente imposible. Yo, como mala espectadora de eventos públicos, solo he asistido a tres: Cinco caminos a Darío, el de Amos Oz y Bienvenido a tu familia de Diego Ortuño. Vale decir que me quedé sin ver Below the sea level, que tenía, al menos por la sinopsis, una temática interesante.

El de Ortuño no me sorprendió; creo que cuando se trata de apreciar el esfuerzo nacional siempre estaré de acuerdo que mejor es hacer algo que no hacer nada, pero la historia de la reunificación familiar no era distinta a cualquier otra que ya hubiéramos visto. No me desagradó lo que vi. Creo que el documental finalmene cuenta una historia, una triple historia, y es bastante lograr contarla de manera coherente. Por cierto coherente no quiere decir tradicional y en orden sino en sintonía con su estructura interna.

La propaganda sionista de OZ me hizo conocer a este personaje curioso, tiene momentos emotivos y me hace, por ejemplo, reparar en que hay una escritora que quisiera leer: Nadine Gordimer, la sudafricana. No puedo decir que no me satisfizo este documental, pero sobre todo por gustos muy personales.

Así llego a Darío y a sus cinco caminos. Un tema sencillo, sobre todo fresco, con el que el público sintonizó. Una búsqueda en proceso, como cualquiera, pero sin grandes pretenciones aleccionadoras o reveladoras. Un documental cotidiano en donde el desplazamiento de Darío logra hacer que los espectadores se muevan, por supuesto, en un viaje sicológico.

No se trata aquí de decir que el saldo es negativo para los Edoc. De ninguna manera lo es, pero sí creo que solo en algunas ocasiones Menos es más. A mi me entristece de verdad ver salas vacías, o casi vacías y tanto esfuerzo que solo aprovechan unos cuantos. Este año las salas han estado demasiado solitarias o tal vez los solitarios están cada vez más renuentes a salir de sus casas para llegar hasta una oscura sala de cine. O tal vez han perdido la esperanza en la sorpresa. No lo reprocho porque pasa.

Sunday, May 23, 2010

Quesito de leche

Guayaquil es una ciudad de manglar y calor. Eso se siente allá arriba en el cerro. De ahí se puede ver el rio, el museo, el otro lado del cerro, la nueva ciudad, la Santay que para mí es como ese lugar que tiene algo de misterioso y al que me reuso a ir para mantener, precisamente, el misterio.
Mayo se acaba, un Mayo más al vaivén del temporal de esa lluvia que no termina de irse y el calor que nunca desaparece porque Guayaquil está en la boca del invierno.
Desde que llegué he andado y desandado las calles del centro como buscando algo, tal vez queriéndome reencontrar con esta ciudad queridísima y terrible, llena de ausencias y desencuentros, de esta ciudad que muchas veces es triste en medio del ruido y del caos.
Y en la mitad de la caminata me he encontrado con los amigos. Tal vez no sean mis amigos, tal vez sería mejor decir que son caras conocidas, agradables, poque lo conocido es seguro y cálido y nos brinda la sensación de que es permanente e inmutable. Caminando he reparado en la grieta de la pintura de los edificios, en los arbolitos de la regeneración absolutamente crecidos y armoniosos, con pocas hojas, pero árboles al fin. También he visto un poco más de angustia. No sé cuánta en realidad, pero sí más que antes. No puedo precisar en qué consiste, pero me lanzo a decir que veo personas entrar y salir de bancos con miedo, subirse a un taxi con miedo, caminar mirando hacia atrás como si los persiguieran.
Guayaquil está en el recuerdo también. En el otro tiempo antes de. Ahora estoy en el después de y no sé cuánto tiempo más dure este momento. Por ahora mis escapadas a la ciudad de las apariciones me permiten seguir adelante y reencontrarme en el sabor de una cerveza y los patacones del Quesito de Leche.

Monday, May 17, 2010

Garaje de Libros


Ya perdí la cuenta del número de Garaje que será este, pero lo importante es que la idea del Garaje de Libros en La casa morada ha ido variando hasta que, este próximo sábado, tendremos a la venta libros de saldo de editorial Planeta. ¿Qué quiere decir eso? Pues que la editorial nos envía libros, en esta ocasión, de sus sellos, Paidós, Taurus, a mitad de los precios en que los pueden encontrar en cualquier librería de la ciudad.

Tenemos libros de Pedagogía, Filosofía, Historia. Pero de todas maneras el Garaje sigue siendo un sitio para Intercambiar libros de todo tipo, con la única consigna de calidad y estado. Ya hemos tenido casos de personajes que quieren hacer cambios inverosímiles y esos no los permitimos.

El Garaje de Libros es una iniciativa que pretende la reutilización total del papel y que pone al alcance de sus manos libros cuyos precios, en muchas ocasiones, están por los cielos. Para este Garaje del sábado 22 de mayo esperamos que editorial Santillana, se una también con un fondo de Literatura.

No se lo pierden, desde las 10h00 en Calle Primera 500 y Las Monjas. Urdesa

Saturday, May 08, 2010

Librerías, libreros, bibliotecas




Hay un auge de librerías en Guayaquil y doy gracias a que esto ocurre, pero detras de este hecho hay interrogantes curiosísimas.

Lo primero es que si hay una librería más en la ciudad eso quiere decir, antes que nada, que el negocio de los libros debe ser rentable, y más allá de eso, esto indica que la gente lee cada vez más.

Cuando me preguntan sobre los índices de lectura, pues no tengo más que confesar que hoy se lee más que antes, aunque los edecanes de lo apocalíptico vayan por ahí diciendo que la gente cada vez lee menos.

Sí, se lee más. Todavía no entro a la cuestión fundamental de qué es lo que se lee. Y preguntarse sobre qué se lee es importantísimo sobre todo porque canónicamente se consideró digno de leer solo aquello que era Literatura.

Desde mi optica esta idea es tan limitante porque la escritura y la lectura tienen muchas vías y no un único camino y esto lo digo a pesar de que mi ideal de lectura es la lectura literaria, o sea esa que tiene que ver con la ficción.

Si a esto sumamos la afición naciente en Ecuador por la lectura de las pantallas tendríamos un panorama bastante alentador.

Las librerías están regentadas por libreros, esos sí una especie en extinción, tan extinta como las bibliotecas.

En Guayaquil no hay mejor librero que Marco González eso lo sabemos quienes casi a diario tenemos que internarnos en una librería a buscar nuestros materiales no solo de entretemiento sino de trabajo. No encontrarlo es un dolor de cabeza y sé de personas que deciden regresar si no lo encuentran. Aunque los que se quedan saben que Allyson y Alex ayudan muchisimo.
Escritores, periodistas, miembros de clubes de lectura, estudiantes. Todos pasan preguntando por el pequeñin pequeño o Mr Books, que en realidad es un grande de los libros. O sea que hay una compensación entre su tamaño y todas las novedades que vemos expuestas en Mr Books gracias a él.

Entonces, si en Guayaquil hay un solo librero como Marco y tal vez dos aprendices de libreros con cierto talento si se lo toman en serio, ¿qué le depara a las librerías de la ciudad? Indiscutiblemente, en un futuro espero que lejano, las bellísimas librerías que hoy hay aquí terminarán siendo supermercados de papel.

Pero más crítica que la situación del librero es la de la biblioteca como ente coordinador de la riqueza cultural. Ese espacio que nos debería aglutinar, divertir, enseñar, regocijar. Ese espacio ni siquiera existe porque no puedo concebir que aún la biblioteca Municipal esté rezagada con un sistema de préstamos obsoleto, por no decir inexistente. Cada vez que paso por ella veo esa gran bóveda mortuoria de los libros. Cada uno en su anaquel en un espacio inamovible y centenario. Hasta puedo oler el polvo.

Ni siquiera podriamos pensar en una iniciativa gubernamental como la del SINAB, que como siempre he dicho, cree que ha hecho Centros Culturales que más parecen bodegas lúgubres, en la mayoría de los casos, en donde los empleados hacen vaca para comprar detergente para limpiar.

¿Desde hace cuántos años existe el SINAB y para qué ha servido? No hay derecho como dice una amiga, no hay derecho para padecer el abandono y la desidia de las ideas obsoletas que rondan a las bibliotecas que aparentemente existen.

Y el problema se replica en las instituciones educativas que no invierten dinero en su biblioteca. A cambio hay algunas de ellas que creen que los alumnos deben donar libros para hacer un fondoeditorial. Definitivamente pensar que así se conforma una biblioteca es ingenuo. La biblioteca debe ser un proyecto institucional que alberga otros, el de lectura, el de capacitaciones, el de actividades culturales. Donar sí, pero no donar sin una clara dirección o concepción de qué lugar es el que queremos edificar.